De ruta por la Salina San José

Finalizaba la primera fase de la Campaña Escolar que se lleva a cabo en El Molino de Mareas El Caño/Aponiente, en El Puerto de Santa María, donde desde el pasado mes de septiembre se ubica el Laboratorio de Investigación Gastronómica Chef del Mar, y con tal motivo, acompañamos a un grupo de estudiantes del IES Sofía de Jerez de la Frontera a conocer la vecina Salina San José, recientemente restaurada por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio a partir de un proyecto técnico de Salarte.

Medio centenar de estudiantes venían a sumar los 800 alumnos de diferentes centros educativos de la provincia de Cádiz que han participado en estos talleres educativos entre los meses de febrero y junio. Talleres que se incluyen en el Programa de Uso Público elaborado por Ángel León para dar a conocer el patrimonio histórico, cultural y natural de El Puerto de Santa María a los escolares portuenses y gaditanos.

Para nosotros resultó un verdader placer enseñar a estos jóvenes los valores de este pedacito del Parque Natural Bahía de Cádiz, hoy convertido en el mejor aula posible.

Comenzamos la visita ante el imponente cráneo de tortuga, obra del escultor y socio de nuestra ONG, Javier Ayarza Haro, que también nos acompañaba este día para dar una clase magistral sobre su obra.

Ya en ruta, la extensión y visibilidad de la Salina nos permiten explicar de manera fácil y didáctica el valor y el funcionamiento de este singular territorio como si de una maqueta gigante se tratara, ayudados por los paneles explicativos que se reparten estratégicamente por la Salina.

Nos paramos en la primera compuerta que permite el manejo del agua para mantener los niveles óptimos para la producción de la sal y el habitat de las diferentes especies, y en la zona intermareal, donde pudimos explicarle a los chavales la singularidad de las plantas halófitas o plantas de sal como la salicornia o la sarcoconia. Unas plantas que aguantan tanto la sequia como las inundaciones y que algunos expertos apuntan que podrían ser la solución al cambio climático.

Y terminamos en una recreación de los tajos donde cristaliza la sal gracias al manejo del agua mediante las compuertas.

Durante el paseo pudimos disfrutar, además, de los primeros pollos de cigueñelas y chorlitejos patinegros que han nacido en la Salina, y charrancitos, cigueñas, flamencos o fumareles.

Quizás no haya nunca un salinero entre estos jóvenes pero estamos convencidos de que sólo a través del conocimiento le darán valor a lo que no hace tanto tiempo era una fuente de riqueza para su provincia y nos ayuden a mantenerlo. Por eso trabajamos y además, nos encanta compartirlo con los más jóvenes. Por la Sal de la Vida, seguimos!